Otoñean los campos
terrosamente ocres
abiertos como libros
por la mano invisible
y serena de la tarde.
Viruelados de olivos
torcidos y cansados
por el peso de los siglos
por el paso de los años.
Y al fondo las montañas
grisean el horizonte
abrazando a las nubes
plomosas de Granada.
Arribo a ti cubierto
del polvo del camino
como empapan las olas
la arena de la playa.
La noche me circunda
y tú no estás conmigo.
A tu imagen me aferro
y la ciudad me abraza
© Texto
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