martes, 13 de septiembre de 2011

Aprendiz, compañero, maestro


Cuando aun no sabía
Ni leer, ni escribir
Tan sólo deletreaba
Comunicando entonces
Sonidos sin palabras.

Mi mundo era el norte
El reino del silencio
Donde la luz del sol
Iluminaba siempre
En luna permutada
y azul de firmamento.

Aprendía en penumbra
Construía en distancia
Con manos siempre blancas
Y babeta levantada.

Mi mundo era el silencio
De oídos sin palabras
Desde mitad del día
hasta la media noche
con el suelo cubierto
de piedras desbastadas.

Luego aprendí a leer
y andube los caminos
Desde occidente a oriente
Y desde el sur al norte,
Desde el centro de la Tierra
Al fin del universo

Ahora que ya
he visitado
la tumba más oscura
donde el Maestro duerme
la noche  siempre eterna 
de la muerte más amarga
puedo decir que tengo
cumplidos siete años
O tal vez tenga más
Y he contemplado absorto
la estrella ardiendo
sobre el umbral cerrado
y he contado 3,5 y 7
Y ya conozco la acacia

© Texto 

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