miércoles, 21 de septiembre de 2011

La vida color cartoons


Cuando se pertenece a una organización, bien sea un sindicato, un partido político o una asociación filantrópica; todos pensamos que los ataques más virulentos y destructivos contra las entrañas de esa asociación de seres humanos, la que sea, vendrá desde los propios enemigos externos.

Y en masonería las cosas no iban a ser diferentes. Hay tantos enemigos declarados, tantos seres oscuros, que tendemos a creer que será una campaña diseñada para socavar nuestros cimientos la que nos los tambalerarán, como la vara del olivarero mueve la rama del árbol, haciendo caer al suelo sus frutos.

La realidad no es así. Los enemigos llevan siglos persiguiéndonos e intentando destruirnos y no lo consiguen, ni lo conseguirán jamás. La oscuridad nunca vencerá a la luz. No obstante, hemos de ser conscientes de que los ataques más destructivos vendrán del interior de las logias, cuando aquellos hh.·. que asisten al taller como quien va a misa y que se toman el Arte Real como un pasatiempo, como ir al club social o al gym; que no demuestran con hechos prácticos la teoría que tan bien aprendieron y para los que una tenida dista poco de un capítulo de una serie de dibujos animados.

Ahí sí que se causa un daño terrible, irreparable, tanto en coste humano como de tiempo perdido. Y las bajas son numerosas, como las que provoca una mina anti-tanque al paso de un convoy. Los cimientos se tambalean y caemos como aceitunas vareadas. Y siempre, los buenos acaban por arrojar la toalla y los otros, siempre, siempre, aparecen, tras la tormenta que ellos mismos provocaron, a flote en su mar de la indiferencia.

© Texto 

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